Más de una vez se ha planteado en el seno de nuestra Asociación la necesidad de repensar nuestra profesión y el lugar que nosotros, junto con ella, ocupamos en el mundo. Y nunca me aparece con mayor claridad la necesidad de hacerlo que cuando sesudamente nos preguntan, principiantes o legos, sobre la responsabilidad de nuestro trabajo y los conflictos morales que podría entrañar. La mayor parte de las veces, los que aparecen como tales son dudas sobre la traducibilidad de una expresión soez o la libertad de enmendar una expresión desafortunada con otra más feliz, o tal vez más correcta políticamente, claro está, si se quiere servir el papel de mediadores del diálogo y hasta de portadores de mensajes de paz, que beatíficamente nos reservamos.